La estancia de la joven en Aben’dil había resultado más fructífera de lo que había esperado. Después de su pequeña incursión en la universidad, Vysarane decidió buscar un lugar de descanso, satisfecha con la información que había adquirido nada mas llegar.
La joven guerrera recordaba los sitios más seguros para una mercenaria como ella en la capital, y aunque tuvo que esquivar más de una patrulla que todavía la buscaba bien entrada la noche, había logrado encontrar un lugar entre los pulcros techos del distrito noble, donde se pudo resguardar del viento entre dos edificios que le habían servido en el pasado de escondrijo.
Entre las construcciones de piedra, a pesar del frío, una profunda sensación de satisfacción invadió a la joven después de esas semanas, todavía recordaba la promesa que se había hecho después de estar tan cerca de Helenia al ser asesinada.
—«Espero que te encuentres bien, estés dónde estés…» —Pensó, mientras escuchaba sin atención los gritos de un puñado de nobles que todavía pululaban abajo, completamente borrachos…
Su mente seguía en aquella habitación de la universidad, donde había escuchado del tomo dorado que ansiaba encontrar…
No estaba preparada para confiar en las palabras de la gran vestal, pero sabía que tenía razón, si alguien conocía los objetos de valor que había en Aben’dil, esas personas estarían ahí, en la capital.
Con un nuevo objetivo en mente, Vysarane se tapó bien con su capa contra una esquina, para guardar todo el calor de su cuerpo e intentar descansar.
Aunque pareciera precaria, aquella situación no la molestaba; al contrario, descansar a la intemperie entre los callejones y los tejados de la capital era algo que curiosamente había echado de menos… Aunque sospechaba que realmente había extrañado la sensación de aventura en solitario.
Desde la muerte de su maestra, después de años, Vysarane sintió tranquilidad a la vez que recordaba las palabras que le había murmurado justo antes de morir:
—«“Vive bien, pequeña mía…» —Aquellas palabras resonaron en su mente, pero no sintió dolor.
Por primera vez en mucho tiempo, sabía que había hecho lo correcto…
***
Unas calles más arriba, cerca de la academia que había entrenado a Tendriel y a la élite del imperio; un grupo de ocho guerreros se dividió para dar comienzo a su jornada en la capital a pesar de no haber luz todavía…
Entre ellos un enano y un humano caminaban juntos para patrullar el norte de Aben’dil entre la penumbra, a la vez que sentían la creciente intranquilidad que comenzaba a empapar cada recoveco del imperio…